Municipio ubicado en la comarca del Besaya, en el centro geográfico de la región, bañado por las aguas del río del mismo nombre. Es uno de los principales núcleos industriales de Cantabria, con gran tradición en el trabajo del metal, aunque las actividades agropecuarias, como la etimología de su nombre indica, también tuvieron un peso importante.

Se extiende por una superficie de 46,3 km2 del valle de Buelna, al que pertenece también su vecino municipio de San Felices, con el que limita por el este. Su desarrollo industrial, favorecido por una ubicación clave en lo que se refiere a las vías de comunicación, ha sido el motor económico de otros términos próximos, como Anievas, Cieza o Arenas de Iguña, con los que comparte límites por el sur. Además, al oeste se comunica con Mazcuerras y al norte con Cartes. Su población se aproxima a los 11.000 habitantes, repartidos en los seis núcleos que lo componen.

Esta evolución empresarial, que vino de la mano del corraliego José María Quijano (1843-1911) con la creación de la Sociedad de Altos Hornos-Forjas de Buelna en 1873, perfiló la vida del municipio tanto en el aspecto social como en el urbanístico. En el primer caso, porque este desarrollo conllevó un crecimiento importante de la población, y, en el segundo, porque la transformación fue inevitable, aunque todavía perduran restos de ese pasado remoto en algunas de las residencias nobles de familias distinguidas, como los Bustamante, los Ceballos, los Quijano, etc.

A una etapa histórica mucho anterior remiten las estelas gigantes halladas en Barros y Lombera, vestigios de las poblaciones primitivas en el valle. Desde el punto de vista de la arquitectura religiosa, destaca uno de los edificios más emblemáticos de la región, el monasterio de Nuestra Señora de las Caldas del Besaya, construido en 1683, así como la iglesia de San Vicente Mártir.

Ayuntamiento de Los Corrales de Buelna